Las cuatro propuestas del último Paquete de Movilidad están destinadas a modernizar nuestro sistema de transporte mediante la mejora de algunos de sus componentes fundamentales: la Red Transeuropea de Transporte (RTE-T), los sistemas de transporte inteligentes, los viajes en tren de larga distancia y transfronterizos y la movilidad urbana. El impacto positivo de estas propuestas transversales se dejará sentir en los pasajeros, en los habitantes de las ciudades y, por supuesto, en el propio Sector del transporte.
Permítanme presentar los principales elementos de cada propuesta. En primer lugar, nuestra propuesta revisada de RTE-T.
Todos estamos de acuerdo en que las infraestructuras de transporte constituyen la columna vertebral de nuestro mercado interior, de nuestras cadenas de suministro y de nuestras libertades para viajar y hacer negocios en toda Europa.
Para ser eficiente, esta columna vertebral requiere una red europea común y una buena coordinación. De lo contrario, nos quedaremos con un mosaico inoperante de 27 redes nacionales. Esta es la esencia misma de la política de la RTE-T.
Los pilares son la Red Transeuropea de Transporte (RTE-T), los sistemas de transporte inteligentes, los viajes en tren de larga distancia y transfronterizos y la movilidad urbana
Pero no podemos quedarnos en eso. Necesitamos que nuestra infraestructura de transporte sea un elemento que permita una conectividad de transporte más sostenible y la descarbonización. Necesitamos un sistema de transporte que aproveche al máximo la transición digital para hacer que nuestros sistemas de movilidad sean más inteligentes, mejor integrados y más multimodales. Y necesitamos un sistema de transporte que sea resistente a las crisis y a los nuevos retos.
Estos son los principales motores de nuestra nueva y ambiciosa propuesta. Permítanme mencionar algunas de las medidas que proponemos para lograrlo.
Para que el ferrocarril sea más atractivo tanto para los pasajeros como para las empresas, introducimos nuevas normas de velocidad de 160 km/h para las líneas principales de pasajeros, y de 100 km/h para las líneas principales de mercancías para 2030.
Para que la red ferroviaria sea más interoperable, eliminaremos progresivamente los anticuados sistemas nacionales de señalización ferroviaria e introduciremos nuevas normas técnicas para armonizar nuestra red ferroviaria a través de las fronteras. Esto reducirá los costes para las empresas y ayudará a crear un verdadero mercado único del ferrocarril.
También hacemos especial hincapié en una mejor integración de los distintos modos de transporte, conectando nuestros principales aeropuertos con el ferrocarril de larga distancia y la alta velocidad cuando esté disponible, así como mejorando nuestras conexiones ferroviarias del interior con los puertos, mientras que el nuevo concepto de «espacio marítimo europeo» impulsará las conexiones marítimas de corta distancia.
Aceleraremos el despliegue de infraestructuras alternativas en las carreteras, puertos y aeropuertos de la Unión, para que la movilidad con cero emisiones sea una realidad en la UE.
Por último, queremos mejorar las conexiones con el transporte urbano, integrando los flujos de transporte de larga distancia con las conexiones de última milla a las redes locales y regionales.
Por supuesto, todo esto requerirá esfuerzos y conllevará costes. Las inversiones necesarias para aplicar todas las medidas se estiman en 247.000 millones de euros hasta 2050, 16.000 millones al año.
Una inversión justificada
Pero los beneficios son evidentes: menos emisiones, menos contaminación y congestión, y un mejor funcionamiento del mercado único. En general, esperamos que la normativa revisada impulse el PIB de la UE en 467.000 millones de euros y cree 840.000 nuevos puestos de trabajo. Así que: ¡merece la pena la inversión!
En la práctica, nuestra propuesta de RTE-T viene acompañada de mapas detallados y de una lista de proyectos potenciales. Aunque nuestra prioridad sigue siendo completar nuestra red principal para 2030, también debemos acelerar los avances en otras partes de la red. No podemos esperar a 2050, por lo que hemos propuesto un nuevo plazo intermedio de 2040 para una red central ampliada.
El ferrocarril (y la alta velocidad en particular) es un punto clave de nuestra cartera de proyectos acelerados. El objetivo es consolidar la ya importante red del Oeste, ampliándola hacia el Norte, con ambiciosos planes de despliegue de alta velocidad en Finlandia y Suecia, pero también en Polonia. Una nueva línea unirá Berlín con Viena a través de la República Checa en Europa Central. Y por último, una nueva conexión verá la luz desde el corazón de Europa hasta el Mar Negro, a través de Budapest y Bucarest.
Por último, también estamos reorganizando y simplificando los instrumentos existentes en materia de corredores de transporte y gobernanza: hemos reforzado la conectividad de la Europa continental con Irlanda. También estamos cumpliendo nuestros compromisos con los países candidatos de la región de los Balcanes, con un nuevo corredor de los Balcanes Occidentales que conecta a todos estos países con Europa Central hasta Bulgaria y Grecia. Por último, respondiendo a una demanda histórica de mejorar las conexiones Norte-Sur en Europa del Este, proponemos conectar los mares Báltico, Negro y Adriático a través de un nuevo corredor Norte-Sur.

